No les creo a los pueblos sin bourdeles
y sin pecado
caminando en minifalda por las calles,
ni a las sociedades ordenadas al extremo
que perfuman su basura en la vereda.
No les creo a los señores de corbata
que regalan simpatía a cambio de una compra,
ni a los profesores de ética y moral
que edifican la teoría
sin ningún trabajo práctico;
No confío en religiosos de palacios y mansiones
mientras chorrea ignorancia la plegaria de sus fieles;
ni en los fieles que se jactan
y etiquetan su frente de pureza,
ni en los que rinden culto a los mandatos
con la libertad gritando en sus libritos.
No les creo a los que nunca mienten,
ni a los que nunca odian,
ni a los que siempre aman.
Porque son humanos,
con el ego hambriento y el deseo combativo
que se disfrazan de ángeles para ganar la batalla
y aunque sumerjan intereses
en el mar de sus pellejos,
la existencia termina reflotando la verdad
y violando
cualquier decreto que se cruce.
y sin pecado
caminando en minifalda por las calles,
ni a las sociedades ordenadas al extremo
que perfuman su basura en la vereda.
No les creo a los señores de corbata
que regalan simpatía a cambio de una compra,
ni a los profesores de ética y moral
que edifican la teoría
sin ningún trabajo práctico;
No confío en religiosos de palacios y mansiones
mientras chorrea ignorancia la plegaria de sus fieles;
ni en los fieles que se jactan
y etiquetan su frente de pureza,
ni en los que rinden culto a los mandatos
con la libertad gritando en sus libritos.
No les creo a los que nunca mienten,
ni a los que nunca odian,
ni a los que siempre aman.
Porque son humanos,
con el ego hambriento y el deseo combativo
que se disfrazan de ángeles para ganar la batalla
y aunque sumerjan intereses
en el mar de sus pellejos,
la existencia termina reflotando la verdad
y violando
cualquier decreto que se cruce.
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