Relatos de vida
Era el reino de Kazanistán.
Rebeca Yamir, su reina, era conocida en la comarca por su mal carácter y su intolerancia hacia los demás. No había día ni nada que le sentara bien.
Ella hacía pesar su poder donde iba, y el maltrato y desprecio por los demás eran casi su lenguaje, solo podía entablar un diálogo que podríamos calificar de “mas o menos amable” con Tobul, su hombre de confianza y fiel consejero, solo del cual se fiaba, ya que desconfiaba del resto del personal del palacio y por supuesto de cualquiera que no conociera.
Una de sus manifestaciones de poder era pasear por el poblado en andas.
Este medio de locomoción bastante elemental pero muy útil para mostrar a todos su poderío, estaba formado por una base de fina madera tapizada, sobre la cual se emplazaba su trono fabricado en oro con incrustaciones de diamantes, este conjunto era solidario a dos barras longitudinales de oro que servían de asidero a cuatro musculosos esclavos que, apoyando dichas barras sobre sus hombros llevaban a la reina de paseo por donde a ella le viniera en ganas.
Pero lo curioso no era el hecho de hacerse llevar en andas por cuatro esclavos (que vale aclarar, eran los más fuertes del reino) sino que, cuando salía a dar un paseo llevaba con ella un látigo con el cual le propinaba latigazos a alguno de los esclavos cuando no entendían sus directivas, pero que en realidad era para mostrar a todo el pueblo quien tenía el poder. Así, salir a dar un paseo mientras daba latigazos a sus cuatro esclavos era ya casi una escena repetida que toda la comarca veía y tomaba nota al respecto.
Un día, estaba más enfurecida que nunca, ni siquiera quiso hablar con Tobul, su fiel consejero.
Para destilar su ira, salió a dar su paseo acostumbrado en andas, sostenida por sus cuatro fornidos esclavos, pero era tal su furia que desde que salió del salón real comenzó a azotar a cada uno de los cuatro esclavos que la sostenían. Los esclavos acostumbrados al trato, en principio no menospreciaron el honor que todavía sentían para llevarla en andas, después de todo eran los mejores y más fuertes esclavos del reino que servían a su señora, pero fue tal la cantidad de latigazos que esta vez les propinó que sus fuerzas empezaron a flaquear, al punto que, después de media hora de aquel calvario cayeron desmayados por los azotes.
Inmediatamente la reina cayó con ellos y con tan mala fortuna que al caer, quebró su pierna.
Muchos hombres de la guardia real acudieron a ella en procura de ayudarla y llevarla al palacio para que fuese atendida. Se convocaron los mejores médicos del reino y de los reinos vecinos, pero poco se pudo hacer para que la reina volviera a caminar correctamente. La reina quedo coja por el resto de sus días.
Al enterarse de su fatal diagnóstico, la reina llamo a Tobul, su consejero para ordenar que ejecuten a los cuatro esclavos que habían producido su caída.
Tobul, quiero que ejecuten de inmediato a esos cuatro imbéciles que me dejaron coja!
Mi señora si es vuestra voluntad así lo mandaré, pero cuando los reemplacemos por otros cuatro esclavos, el incidente podrá volver a repetirse ya que el resto de los esclavos no son tan fuertes como los que la llevaban… si usted volviera a caer con tan mala fortuna como lo hizo esta vez.. bueno, quizás usted no pueda volver ni siquiera a caminar…
Y cual es tu consejo, Tobul?
Mi señora, solo se trata de cuidar las columnas, es muy difícil quedar en pié si no cuidamos a las personas que nos sostienen…
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