Un pueblo recuerda a un gran equilibrista.
Después de él, nunca se ha visto nada igual.
Podía caminar sobre una cuerda sin el más mínimo esfuerzo, incluso con los ojos vendados, hay quienes lo han visto saltar por el aire y volver a caer sobre la cuerda manteniendo un perfecto equilibrio.
Su cuerda y él formaban parte de lo mismo, eran un todo y así se entendían.
El hacía equilibrio porque le encantaba hacerlo, porque se encontraba con el mismo, porque haciendo equilibrio era él.
Un buen día el rey le dijo: “Si te atreves a cruzar entre dos paredes de mi castillo haciendo equilibrio sobre una cuerda te daré mil monedas de oro y si te atreves a cruzarlo sobre un terreno de fuego podrás casarte con mi bella hija y te dejaré mi reino. Si no lo consigues caerás sobre las llamas y morirás..
Yo te desafío a ti que eres el mejor, porque estoy seguro que no lo lograrás”.
Aquél equilibrista aceptó el reto aunque nunca había hecho equilibrio sobre fuego, pero era el mejor, no podía fallar.
Subió a lo alto de una de las paredes del castillo y desde allí puso un pié sobre la cuerda y luego el otro, podía sentir el calor del fuego que el rey ordeno disponer debajo.
Pensó en el riesgo de morir. Pensó en todo lo que tenía por ganar.
Dio el primer paso y cayó.
Un amigo suyo arrodillado sobre su tumba lo recordaba pensando “en esta vida amigo, es evidente que el miedo, el ego y el deseo saben perfectamente como hacernos perder el equilibrio”.
Apuntes de vida, es un espacio para reflexionar, que es una forma de dudar, que es el mejor camino en la busqueda de la verdad en este misterio que hemos llamado vida.
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