
Las nubes, se cerrabas despiadadas
como apurando la noche en los segundos,
mientras el tiempo
parecía congelarse en lo inmediato.
Era un bar.
Ese lugar que se erige como un templo,
en esquinas irreemplazables, donde siempre pasa algo.
Dos cafés, como perfecta excusa
jugaban a mediador instantáneo de intercambios.
La lluvia golpeaba vivencias contra el cristal de la realidad,
que chorreaba sueños.
Pocas palabras, casi nada.
Silencioso lenguaje que brota,
cuando se adivinan las respuestas
con solo hechar un vistazo a las pupilas.
Las miradas clavaban garras en el pasado,
resbalando incertidumbre.
Dos cafés,
fríos, casi intactos
obraban de testigos silenciosos.
Era un bar y dos cafés.
Vos,
te evaporaste entre palabras diciendo que me amabas
y yo,
yo solo atiné a escribir esta poesía.
como apurando la noche en los segundos,
mientras el tiempo
parecía congelarse en lo inmediato.
Era un bar.
Ese lugar que se erige como un templo,
en esquinas irreemplazables, donde siempre pasa algo.
Dos cafés, como perfecta excusa
jugaban a mediador instantáneo de intercambios.
La lluvia golpeaba vivencias contra el cristal de la realidad,
que chorreaba sueños.
Pocas palabras, casi nada.
Silencioso lenguaje que brota,
cuando se adivinan las respuestas
con solo hechar un vistazo a las pupilas.
Las miradas clavaban garras en el pasado,
resbalando incertidumbre.
Dos cafés,
fríos, casi intactos
obraban de testigos silenciosos.
Era un bar y dos cafés.
Vos,
te evaporaste entre palabras diciendo que me amabas
y yo,
yo solo atiné a escribir esta poesía.
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