
En cada vez que hago un viaje
y alcanzo esa montaña,
se desvanecen las horas
y el tiempo, ya no me atrapa;
por allí claudica el ego
pierde golletes y amarras
mella la ira sus garfios
y cae desbarrancada.
Se diluyen los comienzos,
no hay carteles de llegada,
y se suicidan las metas
que con el viento se escapan:
las ideas, ya no existen
se evaporan las palabras,
los miedos desaparecen
porque se van los fantasmas.
Allá en lo alto, está todo:
el universo y la nada
y Dios que pinta la vida,
la que a los ojos escapa,
y cuando llego a la cima
y se corona la calma
puedo encontrar el espejo
que me devuelve mi alma
y aunque me vuelva a perder
al bajar de la montaña
el camino reaparece
cuando chocan mis pestañas.
y alcanzo esa montaña,
se desvanecen las horas
y el tiempo, ya no me atrapa;
por allí claudica el ego
pierde golletes y amarras
mella la ira sus garfios
y cae desbarrancada.
Se diluyen los comienzos,
no hay carteles de llegada,
y se suicidan las metas
que con el viento se escapan:
las ideas, ya no existen
se evaporan las palabras,
los miedos desaparecen
porque se van los fantasmas.
Allá en lo alto, está todo:
el universo y la nada
y Dios que pinta la vida,
la que a los ojos escapa,
y cuando llego a la cima
y se corona la calma
puedo encontrar el espejo
que me devuelve mi alma
y aunque me vuelva a perder
al bajar de la montaña
el camino reaparece
cuando chocan mis pestañas.
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