
Llegamos para vivir
-dicta claro el universo-
mientras se bate a duelo
todos los días
con el orden del miedo,
que se empecina en torcer la biología
ciento ochenta grados.
Llegamos para vivir
pero vivimos para llegar:
cada meta solo es una excusa
para remontar un comienzo.
Cada meta
se olvida con un comienzo
y cada comienzo
piensa en otra meta
que hace olvidar la final.
Llegamos para vivir
y vivimos para llegar;
por el medio,
se escurre la vida
que desagua en el final de las metas
y nos aguarda con una mueca,
mientras baraja los certificados
que acreditan haber llegado
pero nada dicen
de haber vivido.
-dicta claro el universo-
mientras se bate a duelo
todos los días
con el orden del miedo,
que se empecina en torcer la biología
ciento ochenta grados.
Llegamos para vivir
pero vivimos para llegar:
cada meta solo es una excusa
para remontar un comienzo.
Cada meta
se olvida con un comienzo
y cada comienzo
piensa en otra meta
que hace olvidar la final.
Llegamos para vivir
y vivimos para llegar;
por el medio,
se escurre la vida
que desagua en el final de las metas
y nos aguarda con una mueca,
mientras baraja los certificados
que acreditan haber llegado
pero nada dicen
de haber vivido.
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