He visto caer al ego desde el borde de la soberbia
y hacerse trizas en el suelo
a manos de la verdad.
Lo he visto desbarrancarse,
dejando sus garras en carne viva
sin poder asirse a la pendiente.
Lo he visto ciego, moribundo
maloliente y malherido
por sus pasos.
Lo he llegado a ver mutilado;
esparciendo sus piernas y sus brazos
en un gel pegajoso,
revolcándose entre gusanos,
suplicando compasión en los minutos.
Lo he visto en el fin, casi en la muerte,
pero lo he visto también;
renacer cual ave fénix
pegando sus cenizas de orgullo
y encarnando pedazos
con ambiciones infinitas.
Lo he visto pararse
y constituirse en metamorfosis instantánea,
para trepar de nuevo a lo más alto
olvidando con histeria su propia historia
y volver a caminar altivo por cornisas de cartón
que solo, sus equivocados ojos
pueden verlas como acero.
y hacerse trizas en el suelo
a manos de la verdad.
Lo he visto desbarrancarse,
dejando sus garras en carne viva
sin poder asirse a la pendiente.
Lo he visto ciego, moribundo
maloliente y malherido
por sus pasos.
Lo he llegado a ver mutilado;
esparciendo sus piernas y sus brazos
en un gel pegajoso,
revolcándose entre gusanos,
suplicando compasión en los minutos.
Lo he visto en el fin, casi en la muerte,
pero lo he visto también;
renacer cual ave fénix
pegando sus cenizas de orgullo
y encarnando pedazos
con ambiciones infinitas.
Lo he visto pararse
y constituirse en metamorfosis instantánea,
para trepar de nuevo a lo más alto
olvidando con histeria su propia historia
y volver a caminar altivo por cornisas de cartón
que solo, sus equivocados ojos
pueden verlas como acero.
No hay comentarios:
Publicar un comentario