Rastros de felicidad.
Algún vestigio.
Alguna traza, alguna pista que nos lleve
o al menos, nos deje cerca.
Buscar siempre a partir de los ojos
como de uno hacia fuera.
Buscar cabalgando en el deseo y el esfuerzo
que amortizando sueños
van haciendo malabares de quimeras.
Siempre para arriba.
Siempre para afuera.
Buscar felicidad
o al menos algo parecido
que justifique los segundos
y reditúe en calma, que lave penas.
Buscar en una isla del caribe a pleno sol
o en el banco más cercano, que presta dicha;
o en la chica del anuncio del shampoo
que ayer nos vendía un auto, que casi vuela.
Siempre para arriba.
Siempre para afuera.
Buscar una muestra gratis, que se pague
o al menos una pizca de placer, que se parezca!
Buscar en una casa con piscina y con un parque,
o en la lotería que promete comprar la vida
depositando venganza en una agencia.
Buscar en el entorno,
en la familia, las esposas y los hijos
o en algún amigo que la haya visto
pasando cerca.
Siempre para arriba.
Siempre para afuera.
Todavía recuerdo aquél anciano
que crucé cierta vez en cierta esquina
que solía repetir como firme fórmula eterna:
No es escalando, sino escarbando
como a lo que llaman felicidad se llega.
Los tesoros siempre yacen enterrados, pero nunca
nunca sobrevuelan!
porque empecinarse entonces
en encontrar algo que vive dentro
buscando su rastro afuera?
Algún vestigio.
Alguna traza, alguna pista que nos lleve
o al menos, nos deje cerca.
Buscar siempre a partir de los ojos
como de uno hacia fuera.
Buscar cabalgando en el deseo y el esfuerzo
que amortizando sueños
van haciendo malabares de quimeras.
Siempre para arriba.
Siempre para afuera.
Buscar felicidad
o al menos algo parecido
que justifique los segundos
y reditúe en calma, que lave penas.
Buscar en una isla del caribe a pleno sol
o en el banco más cercano, que presta dicha;
o en la chica del anuncio del shampoo
que ayer nos vendía un auto, que casi vuela.
Siempre para arriba.
Siempre para afuera.
Buscar una muestra gratis, que se pague
o al menos una pizca de placer, que se parezca!
Buscar en una casa con piscina y con un parque,
o en la lotería que promete comprar la vida
depositando venganza en una agencia.
Buscar en el entorno,
en la familia, las esposas y los hijos
o en algún amigo que la haya visto
pasando cerca.
Siempre para arriba.
Siempre para afuera.
Todavía recuerdo aquél anciano
que crucé cierta vez en cierta esquina
que solía repetir como firme fórmula eterna:
No es escalando, sino escarbando
como a lo que llaman felicidad se llega.
Los tesoros siempre yacen enterrados, pero nunca
nunca sobrevuelan!
porque empecinarse entonces
en encontrar algo que vive dentro
buscando su rastro afuera?
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