Con el himno de Almafuerte en mis oídos
disparando combate a quemarropa;
con la espada que forjé
entre mañanas de sol tibio y caídas abismales
y mi escudo
templado con heridas y silencios,
allí voy.
Sin muchos más pasos que los de hoy,
habiendo olvidado por completo los de ayer
y sin tener un pronóstico certero de mañana.
Sin brújula.
Sin mapa.
Como el río de montaña de curso repentino
que acelera y que se aquieta
según sea el pulso de la tierra,
con la vista en el horizonte infinito
plagado de misterio
que ofrece todo, sin prometer nada
y que me mira
y que me empuja
recurrente y caprichoso
a generar caminos.
Con el alma a cielo abierto,
pasivo como una caña de bambú
que esconde en su interior una represa,
encontrando sin buscar
y caminando cual errante peregrino;
allí voy.
Así voy
recorriendo lo que viene de mis días.
disparando combate a quemarropa;
con la espada que forjé
entre mañanas de sol tibio y caídas abismales
y mi escudo
templado con heridas y silencios,
allí voy.
Sin muchos más pasos que los de hoy,
habiendo olvidado por completo los de ayer
y sin tener un pronóstico certero de mañana.
Sin brújula.
Sin mapa.
Como el río de montaña de curso repentino
que acelera y que se aquieta
según sea el pulso de la tierra,
con la vista en el horizonte infinito
plagado de misterio
que ofrece todo, sin prometer nada
y que me mira
y que me empuja
recurrente y caprichoso
a generar caminos.
Con el alma a cielo abierto,
pasivo como una caña de bambú
que esconde en su interior una represa,
encontrando sin buscar
y caminando cual errante peregrino;
allí voy.
Así voy
recorriendo lo que viene de mis días.
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