Volver a uno mismo

Volver.
Volver, porque todavía hay camino hacia delante
y la respuesta esta atrás, en el comienzo.
Volver a la niñez,
es volver a la inocencia y a uno mismo
que es lo mismo.
Volver, para dejar la carga de miedos y creencias,
de intereses con caminos seguros
que no lo fueron,
para devolver la lista de tareas
que pusieron a prueba la fatiga, como juego.
Volver, para confundirnos en el bosque,
para ver como el sol se filtra entre las ramas
recurriendo incansablemente a señalar
que hay vida de sobra en la vida.
Volver a la niñez.
Volver a la inocencia.
Volver a fascinarse de todo, para olvidarse de todo
y aprender desaprendiendo
para volver a ser lo que fuimos, antes de ser
lo que ahora somos.
Volver para dejar la recta educación en un estante,
las metas trazadas y los casilleros tildados en un rincón,
y el tiempo cronometrado en anaqueles de la historia.
Volver, para correr por el campo hasta caer desmayados,
para olvidar los paquidérmicos pasos que nos dejó la seriedad
mientras resolvía infinitas ecuaciones en derroteros circulares.
Volver, porque falta caminar hacia delante.
Volver para saber donde se escondió la alegría cotidiana
donde perdimos el cielo estrellado
que hoy, sería universo.
Volver a la niñez.
Volver a la inocencia.
Volver a esas calles donde se paseaba desnuda la vida,
mostrando lo simple de vivir,
hasta que una tarde
alguien nos llamó del otro lado de una puerta
y como por arte de magia,
perdimos la memoria.