Esquivando Vida

Pasan amaneceres decorados
que se le escaparon al mismísimo Quinquela,
noches estrelladas de aire claro
que nunca pudo imaginar el gran Spielberg.
Pasan ríos de cursos caprichosos
con el agua, deslizando cada vez distinta
en el camino repetido.
Nubes dibujadas,
que buscan formas conocidas
mediante el pincel del cielo.
Pasa el viento silbando entre montañas,
para dormir en los valles, inventando el silencio
que ni siquiera sospecha un maestro zen.
Pasan miradas de tardes de verano,
besos repentinos y amores instantáneos
que se encarcelan por falta de futuro.
Se van trenes, que dejamos pasar
pensando que son eternos
pero vienen otros
y se van de nuevo.
Se cambian instantes de paraíso por horas rutinarias,
en nombre del orden y el deber
mientras la falsa seguridad del dinero
nos arropa para alejar el gran fantasma
que sigue dentro.
Pasa la verdad por la puerta de las casas
y la felicidad,
filtrándose en cada paso de la frenética carrera,
que no alcanza a verla, enceguecida con la meta.
Pasa la obra maestra del arte,
mientras nos distraemos mirando los ribetes del marco;
y por el medio de lo que pasa,
pasamos nosotros
evidentemente
esquivando vida.