Cae el poder.
Cae el dinero.
Caen los estandartes y plegarias.
Caen los imperios.
Pinta la historia calendarios calcados,
con sucesos iguales
en días distintos;
las mismas fotografías,
con otros atuendos
donde se confunde el color
con el sepia o blanco y negro.
Las almas, abren y cierran sin eco
las puertas de la muerte
-que son vida-
y vuelven a los ciclos conocidos.
El infinito, toma nota de la historia
en su eterno recurrir
y la piensa agazapada,
con un cuchillo en la boca
esperando al próximo maestro
que intente torcer su curso.
El egoísmo, disfrazado de amor
va repartiendo muestras gratis
a mitad de precio
y prometiendo la eternidad
que no exceda de un segundo.
Pasan las almas,
igual que dos mil años atrás,
o quizás mas,
igual que siempre.
Será que no habrá caminos
o que la conciencia
aún no sea suficiente;
o será que la existencia
sea tan recurrente
como la historia misma.
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