Buscamos
a Dios en las iglesias
y en
los rezos de miedos, por las noches,
pero
nunca en las flores solitarias
que
crecen caprichosas por el campo.
Buscamos
la libertad en los grilletes,
que
prometen abolir esclavitudes
mientras
vamos firmando dependencias
y
empeñando los minutos remanentes.
Buscamos
el amor en los contratos
que
juran eternidad, con sellos por triplicado
mientras
se respeten los artículos e incisos
que
figuran mas abajo.
Buscamos
la felicidad en el afuera,
y aún
más, en el que está al lado
pero
nunca mirando hacia dentro
donde
sobra de todo para serlo.
Buscamos
nuestro titulo de vida en los logros
y lo
pintamos con perfume, como sueños,
aunque
solo sea un disfraz de los deseos
lo
que colgamos en las paredes de la vida.
Buscamos
la paz en las fronteras,
con
un arsenal de pretextos, por las dudas
pero
nunca en la mano abierta y desprendida
que
solo puede extender un ego anestesiado.
Buscamos
la sabiduría hurgando entre los libros
y
escribimos en su nombre bibliotecas,
sin
siquiera, sospechar el universo de verdades
que
se esconde en una gota de lluvia.
Búsqueda
incesante.
Búsqueda
inminente.
Búsqueda
de las órdenes y de la incertidumbre plena.
Búsqueda
desesperada.
Búsqueda
a ciento ochenta grados.
Búsqueda
recurrente, siempre equivocada.
Será
que estamos para aprender.
Será,
que a
eso hemos venido.
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