He pintado el amor y la guerra en technicolor,
mostrando la existencia y el dolor
en carne viva.
Esculpí hasta el cansancio los juegos dulces y macabros
que libran los deseos a favor del esfuerzo y de los miedos.
Hablé de Dios y el diablo.
Hablé del cielo y el infierno,
de los monjes y guerreros samurai;
que son lo mismo de lo mismo.
Exprimí tinteros detallando el alma,
el cerebro, las ideas, la conciencia
y puse blanco sobre negro
cada letra de la palabra libertad.
Postulé himnos de rebelión
contra estamentos y mandatos
y reté a duelo a las creencias
levantando estandartes de uno mismo.
Dibujé en detalle el mar sin horizonte,
el sol, los ríos, valles y montañas
como muestra de lo que es y no del debería.
Escribí poesías infinitas sobre el hombre,
mostrando sus grandezas y escarbando sus miserias
mientras destilaba pistas que me acercaran
hasta alguna fibra de lo cierto.
He soñado universos y he pensado horas
de un tiempo que declaro inexistente.
He observado mañanas enteras,
desmenuzando cada imagen.
He sentido la vida en diástoles inconscientes
que me llevaron a escribir de madrugada.
Dije mucho,
o por lo menos, bastante;
pero todavía
queda algo por decir.
mostrando la existencia y el dolor
en carne viva.
Esculpí hasta el cansancio los juegos dulces y macabros
que libran los deseos a favor del esfuerzo y de los miedos.
Hablé de Dios y el diablo.
Hablé del cielo y el infierno,
de los monjes y guerreros samurai;
que son lo mismo de lo mismo.
Exprimí tinteros detallando el alma,
el cerebro, las ideas, la conciencia
y puse blanco sobre negro
cada letra de la palabra libertad.
Postulé himnos de rebelión
contra estamentos y mandatos
y reté a duelo a las creencias
levantando estandartes de uno mismo.
Dibujé en detalle el mar sin horizonte,
el sol, los ríos, valles y montañas
como muestra de lo que es y no del debería.
Escribí poesías infinitas sobre el hombre,
mostrando sus grandezas y escarbando sus miserias
mientras destilaba pistas que me acercaran
hasta alguna fibra de lo cierto.
He soñado universos y he pensado horas
de un tiempo que declaro inexistente.
He observado mañanas enteras,
desmenuzando cada imagen.
He sentido la vida en diástoles inconscientes
que me llevaron a escribir de madrugada.
Dije mucho,
o por lo menos, bastante;
pero todavía
queda algo por decir.
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