CERTIFICADO DE VIDA

No hace falta haber recorrido todas las ciudades del mundo,
ni haber convivido con las culturas más exóticas del planeta.
No hace falta haber sido un playboy experto en cócteles
y un maestro de la seducción femenina en cuatro pasos.
Ni tampoco ser un excéntrico millonario,
que a manera de costumbre de cabotaje
desayune en Roma, almuerce en París y cene en Madrid
a la luz de la luna, y envuelto por violines.
No hace falta haber sido un experto en sabores infinitos,
ni en perfumes exclusivos, esos que duran todo un día
para exhibir matrícula de master en sensaciones.
Solo hace falta,
haber desaprendido lo suficiente y llegar, aunque sea
a la sospecha de quién diablos es uno mismo;
haber caminado hasta el cansancio, tan solo
para advertir la armonía oculta en las cosas mas sencillas.
Solo hace falta,
haber comprendido
(y sobre todo sentido)
las palabras amor y universo.
Con eso, creo que alcanza
para que alguien, en una mesa de café
pueda decir:
este tipo sí,
este tipo sí, que ha vivido.