ALMAS DE COLEGIO

Lo más difícil es estar conciente en cada momento en que se vive.
Vaya, si es difícil.
Quien puede medir el valor exacto de una mirada, de un abrazo o de una sonrisa?
A veces, la conciencia aparece cuando la nostalgia nos hace mirar para atrás y automáticamente el ánimo le pone precio a las vivencias pasadas y las guarda en el libro de oro de la vida.
Pero hay algo mágico, que raya lo sublime, lo impensado, allá en el cenit del sentimiento: es cuando uno se encuentra con las almas que decoraron los días de la escuela y adivina tras sus ojos como se consigue detener el tiempo en sus pupilas, como el cariño se mantiene intacto, en su memoria, en sus miradas y en sus voces que aún guardan ese timbre con el que se adivina el nombre de cada uno.
Es maravilloso traer el aire de la niñez en el aliento y en casi un pestañeo volver a vivir la vida en primavera.
Los veo y aún no puedo creerlo. Están allí, para recordarme lo poco que costaba la felicidad del porque sí teniendo solamente la ingenuidad y un puñado de sueños en los bolsillos.
Hoy, me han devuelto un poco de la magia inocente que perdí por algún camino de la vida.
Los miro y no me canso de mirarlos mientras mi pecho se va haciendo universo.
Ellos, no tienen idea.
No tienen la más mínima idea
del pedazo de vida
…que me han devuelto.