Apuntes de vida, es un espacio para reflexionar, que es una forma de dudar, que es el mejor camino en la busqueda de la verdad en este misterio que hemos llamado vida.

QUE ES EL AMOR? - HISTORIAS DE VIDA


Quien puede dar una respuesta?



Es un día de sol sobre la costa oeste de Estados Unidos, más precisamente en California.

Un lujoso hotel, enclavado en un lugar inmejorable de la maravillosa playa californiana promete días felices a sus pasajeros por sus excelentes servicios, confort y sobre todo por la bendición de la naturaleza circundante, acompañada de un sol, que nunca falta.

Pero no siempre para los pasajeros del hotel la estadía equivale a descanso y vacaciones.

Eso vienen pensando Juliano y algunos otros colegas que como él participan del congreso de cirugía cardiovascular que se desarrolla en uno de los cuatro salones que el hotel tiene reservado para conferencias.

El congreso dura tres días y justo termina hoy, aunque la estadía de Juliano en  la costa californiana se prolongará un día más, ya que su secretaria no ha podido conseguir un pasaje de avión para esta noche.

Juliano es un médico notable, que pese a su corta edad ha conseguido ser un destacado especialista en temas cardiovasculares.

Aunque nació y vive en Brasil, hizo sus estudios secundarios en Estados Unidos, cuando su familia permaneció en ese país por razones laborales durante más de seis años.  Habla un perfecto inglés americano y quien lo escucha, casi no puede descubrir su tono portugués que se esconde muy al fondo de su fonética.

El congreso termina a las trece horas, coincidentemente con el exquisito almuerzo que el hotel viene brindando a los participantes del congreso.

Para Juliano ha sido muy interesante, debido al intercambio que suele ocurrir en este tipo de evento a nivel científico, pero ya es hora del almuerzo y una especie de alerta amarilla está sonando en el corazón de Juliano, pero no es precisamente por los exquisitos platos que servirán sino porque está pensando si volverá a ver a esa mujer que desde hace tres días viene encontrando en el restaurant del hotel y que tiene observado con detenimiento el hecho de que todos los días almuerza sola.

Haciendo una disimulada logística ante sus colegas, también advirtió que al cruzarla en distintos lugares del hotel , esta bonita mujer camina siempre sin la compañía de un caballero.

No es casualidad que Juliano haya puesto sus ojos en esa figura femenina, es que Meg (así se llama) es una atractiva mujer de unos treinta y cinco años, rubia, de cabello corto y ojos verdes, de hermosas facciones que armonizan perfectamente con el resto de sus formas curvilíneas.

Pero más allá de su belleza, algo más le ha llamado la atención a Juliano:

es la mirada  de Meg.

La belleza de sus ojos no alcanzan a cubrir la tristeza que encierran.

Y no se equivoca.

Es que Meg, oriunda de la ciudad de Los Angeles ha venido a pasar cinco días a la costa de California intentando olvidar a su ex marido, del que se ha separado hace más de un mes.

Como ocurre en estos casos, el vacío que provoca la primera época luego de una ruptura sentimental parece ser eterno. Por eso, toda vez que Meg se ha cruzado con Juliano, ni siquiera lo ha advertido: sus ojos claros, permanecen perdidos, así como la vista suele perderse al mirar el horizonte en el mar.

Juliano observa todas las mesas del restaurant en busca de la joven; mientras trata de mantener un diálogo más o menos coherente con sus colegas en pos de pasar inadvertido en su rastreo visual.

Y no podía fallar.

Allí está ella. Nuevamente ha venido sola al almuerzo.

Juliano mira alternativamente a Meg, en procura de tener al menos una mirada que lo advierta, pero nada ocurre.

La vista de Meg se pierde por el gran ventanal que da hacia el mar.

Lo cierto es que el almuerzo termina y Juliano y sus colegas se retiran del restaurant. Casi por casualidad, Juliano es el último en salir y, (no por casualidad) toma un camino que pasa por la mesa donde está sentada la joven.

Intenta una mirada sostenida, casi desesperada,  que recuerda un caza bombardero cayendo en picada sobre su objetivo.

Mágicamente, Meg levanta su mirada, advierte la figura de Juliano e inmediatamente los ojos de ambos se ponen en línea y más que mirarse, se comunican.

No fueron más de dos segundos, pero bastó para entenderse.

Juliano se retiró hacia su habitación, debe preparar su valija. Mañana sale su avión a las catorce horas.

La tarde se va extinguiendo.

Los últimos rayos de sol se esconden en el mar y un atardecer rojo pinta el bar del hotel y su terraza, donde se han dispuesto las mesas, aunque lo más bonito para Juliano es el rostro de Meg, que está allí de nuevo, sentada a una de las mesas observando como la tarde se va vistiendo de noche progresivamente, pero lo que más observa Meg es a ella misma por dentro, tratando de hallar un camino de salida a su angustiante estado.

Para Juliano, las cosas no podían darse de mejor manera: La noche que comienza, la bella joven mirando el horizonte, una tibia brisa de mar…qué más podría hacer falta para generar las condiciones propicias de una conquista amorosa?

Juliano se acerca a Meg y se presenta.

Los ojos de ambos se encienden y el diálogo comienza.

El intercambio resulta por demás armonioso, ambos empiezan a sentirse almas gemelas, como suele decirse en estos casos, cada palabra, cada gesto, parece pintar una clara idea que cada uno está hecho en total conjunción con el otro y arriesgando un poco más podría afirmarse que cada uno tiene frente a sí  a la persona que tanto esperaba tener o que tantas veces soñó.

Lo cierto es que la cena a la luz de la Luna, acompañada de dos pequeñas  velas  y una sabrosa comida fueron el broche de oro necesario para que sus corazones terminaran de fundirse en uno solo.

Juliano acompañó a Meg a su habitación y pasaron la noche juntos…

Ya es la mañana.

Juliano despierta y advierte que Meg ya no está en su cama. Está mirando por la ventana de la habitación que da hacia el mar. Otra vez el horizonte se adueñó  de su mirada y se ha perdido en él… o más bien en ella misma, en uno de los pasillos de su interminable laberinto de razonamientos sin salida, en procura de alguna solución que le de una pista para escapar a tanto sufrimiento.

Meg!

Buen día, cómo estas?

Aquí estoy, querido Juliano, volviendo a mi triste realidad.

Nuestra realidad es hermosa, Meg! Hemos pasado una velada fantástica y tuvimos una comunión de almas increíble… dónde está lo triste?

Es que el amor me ha golpeado bastante y el último golpe me ha traído hasta aquí, y en este lugar  donde vine a destilar mis penas te conozco a vos, que sos la persona con la que siempre soñé pero en unas horas te marcharás y quizás nunca más te vuelva a ver…

Y eso qué tiene de malo?

Que no puedo tenerte conmigo para el resto de mi vida! Una vez que encuentro lo que quiero, sólo puedo disfrutarlo unas horas y lo pierdo para siempre…te parece poco?

Con vos he tenido sentimientos que nunca antes había experimentado, jamás había llegado tan lejos en el amor, quizás pueda decir que es la primera vez que he sentido el verdadero amor. Te miro y puedo sentir lo que estás pensando o sintiendo, es algo muy curioso.

A mí me ha pasado exactamente lo mismo.

Y no quisieras quedarte conmigo para siempre, entonces?

Quizás si, quizás no, no lo sé.

Cómo que no?

Mi condición de médico me ha hecho conocer la serie de fenómenos que desencadena el sentimiento que llamamos amor, cambios químicos  en ciertas zonas del cerebro, generación de hormonas, elevación de la presión arterial, aceleración del ritmo cardíaco, etc,etc. cuestiones que desde el punto de vista científico nos llevarían a concluir que se trata de química pura…

Pero el amor es mucho más que una reacción química, Juliano!

Si, seguramente por eso decimos que brota del alma.

Pero será del alma o del cerebro?

Ambos sentimos que estamos con la persona que siempre soñamos o imaginamos … pero lo soñó el alma o lo imaginó el cerebro en su lucha incesante por generar pensamientos y satisfacer deseos?

Juliano, por favor! Estás hablando como un técnico… y el amor…es poesía!

Si, pero si la poesía sale del alma, necesita de un idioma para expresarla y todo ello necesita del cerebro…

Nunca has pensado que el amor puede ser el sentimiento que se genera con la imagen que uno tiene del otro y cuando uno mismo va desdibujando esa imagen  empieza a desdibujarse y diluirse el amor?

El cerebro se cansa de recorrer siempre los mismos caminos y cuando ya conoce los resultados sencillamente se aburre y va en busca de otra experiencia que le resulte mas atractiva, por eso el tiempo puede hacer estragos en una relación. Lo que llamamos etapa de fascinación es tan solo cuando vemos en el otro lo que en realidad queremos ver… cuando luego empezamos a ver la realidad que ya no se ajusta a lo que esperamos, o cuando empezamos a adivinar cada reacción, cada contestación, cuando ya conocemos todos los recovecos de los sentimientos del otro…empieza a declinar la relación y empieza a diluirse el amor.. quizás seamos nosotros mismos quienes desdibujamos el amor.

Pero entonces para vos el amor son sólo algunos instantes y nada mas!

Que absurdo!

Si, quizás si. La vida misma es sólo una sucesión de instantes.

Quizás toda la vida justifique ser vivida tan sólo por vivir realmente instantes…

Yo lo único que siento es que tengo ante mí a quien puede hacerme feliz por el resto de mi vida y lo voy a perder en tan solo algunas horas.

Meg, esta es la etapa más profunda del amor, la del comienzo, la de la imagen más clara, la del todo por venir, eso es lo más maravilloso.

Pero atar tu felicidad a la vida de otra persona, creo que eso ya te está condenando a la infelicidad, no hay nadie mejor que vos misma para hacerte feliz…

Recordá cómo empezaste con tu marido, del cual te has separado recientemente; acaso no sentías en el comienzo que junto a él serías eternamente feliz?

Has atado tu felicidad a esa relación y con el fin de esa relación se ha terminado tu felicidad también…además, no crees que pensar en el amor eterno  lo condena irremediablemente al fracaso, siendo que ni siquiera la vida misma es eterna?



Se hizo un profundo silencio.

Se abrazaron profundamente.



Ya es hora.

En el hall del aeropuerto,  Meg está más angustiada que antes. 

Había conocido a Juliano, a quien pensó como el amor de su vida y ahora estaba a punto de perderlo. Sus ojos claros, bañados en lágrimas no podían ocultar el dolor de la pérdida, que hasta hacía unas horas era solo dicha.

El tiempo de embarcar ha llegado y con él la hora del adiós.

Meg, con la voz entrecortada alcanza a balbucear:

Adiós, Juliano.

Yo sólo se que te amo.

Y yo a vos, Meg. Te recordaré por siempre como un gran amor, como el más breve y profundo amor de mi vida.

Quebrado por la emoción, Juliano nunca advirtió que sus últimas palabras las había pronunciado en su más claro portugués natal, pero nunca se enteró que Meg, entendió absolutamente todo, sin conocer una sola palabra del idioma portugués…





EPILOGO



Pude ver a Meg, alejándose del aeropuerto en su automóvil, llorando.

El avión de Juliano despegó y nunca más volvió a ver a Meg.

Quizás el “para siempre” firma irremediablemente el acta de defunción del “ahora mismo”.

Quizás la palabra amor sea más grande de lo que imaginamos y solo este reservada para unos pocos.

Quizás el amor nos defraude cuando esperemos algo de él, sin haber prometido nada.

Quizás Meg estaba equivocada. Quizás Juliano también.

Me alejo de esta historia y de este bar, para volver a perderme en la imaginación, buscando otra, que quizás me aclare qué es el amor.